domingo, 9 de marzo de 2008

Llamados a ser testigos de La Vida!

Domingo 09/03/2008 - Son las 8:2o AM estoy listo para estrenar el traje que vino de Argentina, y hasta hoy no lo había usado. La fiesta es cerca de San Pedro, se cumplen los 25 años del Centro San Lorenzo, un centro para los jóvenes que vienen a Roma fundado por JPII. El invitado especial: El Papa Benedicto XVI. Todavía no llego a darme cuenta, que dentro de dos horas, voy a estar viviendo una experiencia que va a dejar un recuerdo para toda la vida. La misa se celebra en un pequeña Iglesia, donde al máximo entran 200 personas. Es muy probable que esté cerca del Papa. Suena el timbre de casa. Es Gino, mi amigo de la Liguria, con su "motorino" que me pasa a buscar para irnos.

Llegamos con bastante tiempo de anticipación. Muchos ya estan acomodados en sus lugares. A pesar de la solemnidad del evento, se vive un clima de mucha familaridad. El coro ensaya algunas canciones, el maestro de ceremonia dando indicaciones, y yo estoy un poco nervioso, me toca leer un intención en español. Solo pensar que voy a pasar por el altar y el celebrante es "Pedro" me hace sentir unas cosquillas en la panza. Hacemos unas pruebas y se escucha bien, vuelvo a mi lugar y espero que empieze la misa.

Faltan algunos minutos y hay un silencio profundo. Me pregunto qué estará pasando por la cabeza de cada uno. Seguramente para muchos será una oportunidad unica. Algunos chicos vinieron de sus paises especialmente para esta celebración. La primera nota y empieza el coro, mietras en solemne procesión entran algunos ministros, celebrantes, cardenales y el Papa. Desde ese momento mis ojos empezaron a filmar sentados desde mi silla a poco más de 5 metros de la silla del que recibió como misión: Confirmarnos en la fe.

A un nivel de concentranción más alto de lo normal, trato de captar todo lo que está pasando. Y después de los saludos inciales de bienvenida y agradecimiento muto entre los jóvenes y el Papa, llega el momento de escuchar las palabras que dejan un interrogante abierto en el aire, como esperando de alguno una respuesta:

¿Qué cosa es la vida? ¿Qué cosa es la muerte? ¿Cómo vivir? ¿Cómo morir?

Casi espontanea surge su respuesta: Bios, como se entiende fácilmente, se refiere a este gran biocosmo, que va desde simples celulas primitivas hasta los organizmos más desarrollados. A este gran árbol de la vida pertenece el hombre. Pero aún siendo parte de este gran biocosmo, lo trasciende. Es un nuevo nivel de vida que se abre al conocimiento. Es un ser que conoce, que quiere conocer todo, toda la realidad, la realidad en su totalidad, quiere saber qué cosa es su existencia y qué cosa es el mundo.

Vive tambien en una realidad de amistad, de amor. Además de la dimensión del conocimiento de la verdad del ser, existe esta dimensión inseparable del amor. Y aquí es donde el hombre se acerca a la fuente de la vida, de la cual quiere beber para tener vida en abundancia.
Podemos decir que toda la ciencia es una única gran lucha por la vida, lo es sobre todo la medicina. Al fin de cuentas, la medicina es la busqueda de contraponerse a la muerte, la busqueda de la inmortalidad.

Y en ese momento donde el climax alcanza su punto más alto una segunda pregunta que nos deja pensando:

¿Podemos encontrar el remedio que nos aseguré la inmortalidad?

Y otra vez él para responder:
Probemos imaginar que la medicina llega a encontrar la receta contra la muerte, la receta de la inmortalidad. Sería un remedio útil para nuestra vida espiritual y humana , pero por si mismo un remedio dentro de esta biosfera. Es fácil imaginar que sucedería si la vida biológia del hombre no tuviera fin: nos encontratríamos en un mundo avejentado, un mundo que no deja espacio a los jovenes, al renovarse de la vida. Y este no puede ser el tipo de inmortalidad que aspiramos. No es esta la fuente de la vida de la cual todos deseamos beber.

Es en este punto donde entendemos que no podemos esperar la prolongación infinita de nuestra vida biológica, y al mismo tiempo deseamos una vida que no se termine. A este punto interviene Jesús y nos habla en el Evangelio y nos dice: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mi, aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en mi, no morirá jamás"

Después de estás palabras llegó el momento de la consagración, donde se pone a prueba toda la fe. ¿Realmente ahi puede estar concentrada la fuente de La Vida? Después que terminó la misa la alegria era patente en todas las caras ... ¡Había Vida!